Cuando la donostiarra Iliane Rafaniello (doctora en química aplicada y polímeros) habla de Surphase, la empresa que creó en 2018 junto a su socio, el alemán Thomas Schäfer, se le ilumina la cara. «He envejecido desde entonces», dice riendo, subrayando así que pasar del sueño a la realidad es un camino duro. Pero ellos lo han logrado. Han desarrollado y patentado una tecnología que permite «grandes ahorros de costes a las plantas de producción y tratamiento de agua potable». Por ejemplo, en las desaladoras, instalaciones que están proliferando en medio mundo.
Y es que la firma ofrece un sistema de detección anticipada del ensuciamiento de las de membranas que (en ingentes cantidades) utilizan esas plantas. «Un sistema con una sensibilidad que supera en tres órdenes de magnitud las tecnologías convencionales», explica.
Surphase dispone de algoritmos predictivos que permiten saber con mucha antelación qué va a suceder con esas membranas; si se están ensuciando o no, y todo en tiempo real. Conocimientos que van insertos en pequeños dispositivos (de sólo un centímetro cuadrado) que se colocan junto a las membranas y que se fabrican en Gipuzkoa.
Teniendo en cuenta que las paradas de mantenimiento no se hacen hasta que algo va mal, la tecnología de la donostiarra permite acortar hasta un 60% los tiempos de esas paradas y, por ende, su coste.
Con ocho personas ya en una multidisciplinar plantilla, Surphase está en el momento de querer dar el salto a la industrialización de su producto, completar la certificación y, con la vista puesta en 2025, comenzar su despliegue comercial. Para ello tiene abierta una ronda de financiación. Rafaniello y Schäfer no paran, y ya piensan en otros sectores como el petroquímico, la alimentación o el biomédico.